martes, 21 de febrero de 2012

Polvo en el viento.


Mis dedos, 
como tinta, 
chapotean en un papel manchado. 
Roto. 
Quemado. 
Donde nadie escribiría. 

 Mi lengua se empapela y rasga el papel. 

Lo rompe y lo hiere con palabras ensangrentadas. 
Inertes. 

Ceniza. 

Mis párpados tiemblan 
y mi cuerpo ha perdido su peso. 
Cae, 
atraviesa el suelo. 

Charcos de sangre 

y polvo en el viento. 
Negro. Negro. Negro. 

Mis pies se desvanecen, 

convertidos en arena inconsistente. 
Arena fina y débil que olvidó sus zapatos. 
Olvidó dónde ir. 

Se disgrega en diminutos granos apagados. 

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