martes, 21 de febrero de 2017

Cicatrices

Humo en las sienes
me llena de oscuridad la calavera
y me hunde los párpados
a picotazos carpinteros.

Niebla en las pupilas estancadas
que empapela las heridas congeladas
cubriendo con vaho
las cicatrices.

Una cascada en el pecho
refrenada por una presa
de músculos entumecidos.

Prisionera
bajo una armadura
de piel y hueso.
Me encarcelo en mí misma.
Me desdoblo hacia adentro.

Prisionera,
como prisioneras son las fuentes
que no dejan correr el agua
y llenan de cal y tierra
las estatuas.

Porque el silencio no acalla las voces
ni encierra las sombras
que acechan la noche.

Porque el tiempo no aplaca recuerdos,
los difumina a gruesas pinceladas,
plateando los cabellos,
y oxidando las miradas,
llenándolas de vértices cansados,
de sacos de sueños rotos,
que cuelgan,
como lágrimas,
como souvenirs de noches en vilo
y de estrellas apagadas.