martes, 26 de febrero de 2013

Retrato maldito



Agrietado, viejo y gris. Su rostro se llena de arrugas y hendiduras. El color se empieza a borrar de sus mejillas, y sus ojos han perdido aquella mirada desafiante. Su pelo se ha vuelto lacio, del color de la paja quemada, como si lo cubrieran cenizas de juventud. Tiene cada vez más telarañas, y el polvo lo cubre como un velo de viento invernal.


Pero sigue ahí, mirándome desde el desván. Riéndose de mi ceño fruncido y de mis parpadeantes ojos cristalinos. Quisiera rajarlo, quemarlo y triturarlo en diminutos pedacitos que borrasen sus rasgos. Es un retrato maldito, y está cosido en cada baldosa, dibujado en cada pergamino, entre las líneas que hablan de ti. Esbozado en cada idea y recreado en cada sueño. Su sonrisa torcida p gira de forma macabra, susurrando negras paranoias en mis oídos. n Y aunque sus colores son cada día más grises y agrietados, nunca mueren.


Algún día quemaré el retrato, y arrojaré sus cenizas en el más oscuro de los pantanos. Las aguas se llevarán sus restos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario