No lo apagues.
Deja de romperlo a puñaladas
de frases hechas.
Lo muerdes a golpes,
súbitas dentelladas
que lo rompen en pedazos.
Como el estallido
de una botella de plástico
que reestructura su forma deshecha
en medio de una noche sin luna
El silencio te quema
como el fuego de una llama
cargada de cera.
Como si en vez de vela
fuera hoguera
que escupiera chispas ardiendo
a la oscuridad de tu piel.
Pero es vela.
Frágil, temblorosa.
Parpadea
con apenas
un suspiro.
Y, como en un baile
de un ritmo lento,
palpita con cada paso
sobre la tierra.
Y de nuevo la has matado
con un soplido de palabras insulsas.
¡No lo apagues!
Calla.
Escucha.
Es como un acorde plano
¿Ves?
Es tan musical,
la nada,
Que tiene forma
en los pentagramas.
Así que no lo tapes
con mantos de gritos.
No hables
sin decir nada.
Espera a tener una idea
que dar forma
con palabras.
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